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CLAVES DE LA PRÁCTICA QIGONG

 

Dicen los clásicos que la práctica del Qigong persigue tres objetivos:

 

- Retener el Jieng o Jing  (esencia o chi original recibida de nuestros padres)

- Fortalecer el flujo de chi y hacerlo constante

- Iluminar el Shen o espíritu

 

Estos tres objetivos se resumen en uno, mucho más simple y verificable: mantener y mejorar nuestro estado de salud. Y para conseguirlo es necesario que el entrenamiento Qigong se realice teniendo en cuenta que trabajamos con la energía sutil y que la eficacia de ese trabajo precisa la combinación de tres elementos

 

 

-  Movimientos o Posturas

 

 - Respiración

 

 - Enfoque mental o Intención.

 

 

Los movimientos y posturas  se aprenden fácilmente.  En general se trata de ejercicios sencillos que, salvo excepciones muy concretas, no requieren  estar en posesión de una forma física relevante.  De hecho son numerosos los practicantes de esta disciplina que tienen una edad avanzada o que sufren alguna merma en su condición o capacidad física y ejecutan sin dificultad la mayoría de técnicas. Lo que es relevante en los movimientos Qigong es el alto grado de relajación con el que deben realizarse. La relajación física es condición sine qua non para que el Qi circule sin impedimento por los vasos y canales.

El siguiente elemento a considerar en  nuestro trabajo Qigong es  el uso de la respiración. Tengamos en cuenta que la respiración es el único de nuestros procesos vitales que podemos manejar conscientemente, es decir usando nuestra voluntad. Esto significa que la respiración es un excelente canal de conexión entre cuerpo y mente. Afortunadamente, el mecanismo básico de este elemento lo conocemos desde el nacimiento y lo que hacemos en Qigong  es  acompasar nuestro ritmo respiratorio con los movimientos y   utilizar  diafragma  y músculos abdominales de manera eficiente para llenar y vaciar de aire los pulmones. Un uso adecuado de la respiración permite, por ejemplo,  aquietar la mente y al mismo tiempo regular el ritmo cardíaco, lo que sirve de apoyo a la afirmación de que la respiración constituye un puente entre las dos dimensiones del ser humano: mental y física.

 

 

En cuanto al tercer elemento, el enfoque mental o intención, es el aspecto que más nos cuesta integrar en el aprendizaje. Esta dificultad radica en el hecho de que en la vida cotidiana nuestro cuerpo y nuestra mente son entidades separadas. A lo largo de una jornada nuestros pulmones completan miles de ciclos respiratorios y nuestros músculos, tendones y articulaciones ejecutan miles de movimientos y posturas sin que seamos plenamente conscientes de como llevamos a cabo esos acontecimientos rutinarios que, en realidad, son nuestra conexión con la vida. Una adecuada práctica Qigong requiere conectar cuerpo y mente de modo absoluto, lo que significa que la intención mental debe dirigir o seguir cada movimiento ejecutado por el cuerpo con una atención plena y, al mismo tiempo, la mente concentrada en el ejercicio debe percibir y ser consciente de las sensaciones que experimentamos en el exterior o en el interior del cuerpo en el desarrollo de los ejercicios.

 

 

 Podremos decir que hemos alcanzado el estado Qigong en nuestro entrenamiento cuando logremos integrar los tres elementos de un modo natural y sereno. Es un proceso gradual que se va mejorando con la práctica y  que puede resumirse en estos tres aprendizajes básicos:

 

Regular el cuerpo:

Encontrar la raíz de la postura, buscando el equilibrio y el centro de gravedad así como conseguir la relajación física necesaria para que fluya el Qi

 

Regular la respiración

Sincronizar movimiento y respiración, lo cual sosegará la mente y ayudará a dirigir con más eficacia el flujo de chi

 

Regular la mente:

Mantener la mente tranquila y concentrada en el ejercicio, enfocando la intención de cada movimiento.

 

El Qigong cuida de nuestra salud y abre en nuestra mente una concepción distinta del mundo que nos rodea, pero conseguir estos beneficios requiere que seamos perseverantes y disciplinados en el trabajo. Me permito dejar aquí unas cuantas recomendaciones que espero sirvan a ese propósito: 

 

1- Los aprendizajes más difíciles se convierten en fáciles cuando se avanza paso a paso.

 

2- No debemos obsesionarnos con lo que hacemos mal sino enfocarnos en consolidar lo que hacemos bien y ser conscientes de que con toda seguridad mejoraremos lo que hacemos mal

 

3- Debemos alegrarnos por lo que vamos aprendiendo en lugar de agobiarnos por lo que nos queda por aprender.

 

4- Hay que proponerse trabajar en un estado mental relajado y distendido. Este estado mental es una de las claves principales de nuestro avance en la práctica y comprensión de los principios

 

5- Lo importante es comenzar, alejando de nosotros la ansiedad por alcanzar objetivos. Poco a poco iremos dominando los movimientos y lograremos introducir refinamiento en la práctica.

 

Una sesión de entrenamiento con estas recomendaciones en mente, será una sesión productiva y beneficiosa, una sesión que dejará en nuestro cuerpo y en nuestra mente la sensación de que hemos obtenido resultados

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